El pasado 7 de octubre varios de la Peña Himalaya nos dirigimos a una de la cumbres más emblemáticas del Pirineo. Aprovechando que el 9 era festivo, Ruben, Jordi, Joaquín, Juanan y Vicente partimos del embalse de la Sarra sobre las 17.30 con ánimo de acampar en los lagos de Arriel.
Como los días ya acortan significativamente se nos hizo de noche por el camino, la escasa luz nos confundió y ya con noche cerrada nos enfrentamos a cruzar un río sin saber por dónde, al final encontramos un estrecho que agarrándonos con las manos y los dientes nos permitió cruzar aquel caudal, menos mal que la noche era tranquila y templada.
El espectáculo de ver las estrellas a más de dos mil metros de altura nos tenia cautivados. Sobre las 10 de la noche nos encontrábamos metidos en el saco dispuestos a pasar la noche lo mejor posible, pasadas unas horas, cuando la retina está totalmente adaptada a la falta de luz no solo se veían una inmensidad de estrellas que iban desfilando por el firmamento, tras ellas un vasto tapiz de millones y millones de estrellitas aparecerían como telón de fondo de las estrellas más visibles.
Por fin llego la hora de levantarse. Sobre las 6,30 en plena oscuridad continuamos nuestra ascensión. En el ibón de Arriel Alto, al pie del pico Palas empezó a amanecer, al poco rato llegamos al Ibón Chelau y un tirón más nos situó en la Cueva André Michaud, en el inicio de la Gran Diagonal. Ya cerca de la cumbre cometimos varios errores confundiendo la canal que da acceso a la cima. Los Custodios tuvieron que emplearse a fondo, la pendiente y el desprendimiento de piedras eran un peligro, contando que íbamos bien equipados y ensamblados en corto.
Poco más de la 11 de la mañana llegamos al Balaitús con un tiempo veraniego a pesar de estar en octubre. Nos juntamos allí varias expediciones “internacionales” de hecho el último tramo de ascensión transcurre por la vertiente francesa. Tras disfrutar un buen rato del paisaje pirenaico, reponer fuerzas y hacer fotos, iniciamos el descenso con mucho cuidado y atención.
Ya de bajada iban emergiendo todos los males que cada uno tiene acumulado, que si tobillos, rodillas, rozaduras etc, etc. Con los oportunos descansos llegamos a las 18.30 al embalse que nos vio partir 25 horas antes, justo con el tiempo necesario para llegar a la cita que teníamos en Sabiñanigo a las 19.30 con el Dueño y Señor de aquellos parajes.