El pasado sábado 19 de octubre se celebró la primera reunión de padres y madres de este curso. El evento comenzó con una deliciosa paella, preparada por José María, cuyo único defecto fue lo sabrosa que estaba, tanto que no todos pudieron repetir.
A continuación, en la sala de estar, Don José Alfredo Pellicer, profesor de Biología en la Universidad de Valencia e Inspector de Educación entre otras facetas profesionales, ofreció una charla coloquio sobre el rendimiento escolar de los hijos.
El profesor Pellicer inició su exposición destacando los desafíos actuales en el ámbito educativo, como la ampliación de la escolarización hasta los 16 años, la conflictividad en las aulas, la desmotivación del profesorado y la integración de estudiantes inmigrantes. Explicó que la escuela actúa como un acelerador del aprendizaje, donde el docente simplifica los conocimientos para que los alumnos los asimilen con mayor facilidad.
Pellicer animó a los padres a retomar su papel de educar, insistiendo en la importancia de fomentar las virtudes para evitar caer en el relativismo moral. También criticó el concepto del «aprobado general», pues limita la capacidad de los estudiantes para destacar y progresar, al no premiar el trabajo y el esfuerzo personal. Señaló que, al igual que en el deporte o en el trabajo, es natural esforzarse para obtener resultados significativos, destacando la paciencia como un pilar esencial de la voluntad.
En cuanto a la colaboración entre la familia y la escuela, subrayó que ambas deben ir de la mano, estableciendo normas y límites. La incoherencia de padres o profesores destruyen la capacidad de esfuerzo de los alumnos.
– Han de ser padres “contagiosos” en virtudes, les decía.
En relación al comportamiento moral de los chicos mantuvo que la educación es “la genética de la ética”. En sentido original “ética” significa carácter y este se adquiere con los hábitos, de forma que el carácter no viene predeterminado por la naturaleza sino que se va forjando con la repetición de actos.
Seguidamente explicó la manera de hacer responsables a los hijos. Primero, ayudándoles a tomar decisiones y para ello hacerles ver las consecuencias que conllevan. En segundo lugar estableciendo límites y normas, así como tareas y obligaciones concretas y por último siendo los padres muy coherentes en lo que dicen y hacen, proporcionando de esta manera una gran seguridad a los hijos.
Indicó que los signos de ir por buen camino en la educación de la responsabilidad incluyen: la capacidad de realizar tareas sin recordatorios, razonar sus acciones, no culpar a los demás, tomar decisiones entre varias alternativas, tener intereses y objetivos que absorban su atención, jugar y trabajar en solitario, diferir de la opinión y actuación del grupo cuando sea necesario, reconocer errores y cumplir sus compromisos, además de respetar los límites establecidos. Aclaró que la responsabilidad no crece con la edad, sino con los hábitos adquiridos mediante el esfuerzo.
Hacia el final de la charla, Pellicer distinguió entre tolerancia y respeto, destacando que, aunque la tolerancia es positiva, el respeto es muy superior, ya que implica un reconocimiento equitativo de la persona y un compromiso hacia la comprensión del otro.
Cerró su exposición con una cita: «Aprende de los errores de los demás, porque no tendrás tiempo en tu vida de cometerlos todos».
Tras su intervención, se abrió un agradable coloquio donde padres y ponente repasaron posibles soluciones a situaciones cotidianas.