Conforme a lo previsto el pasado sábado 4 de febrero tuvo lugar en la sala de estar, la charla trimestral dirigida a padres y amigos de los socios del Club Juvenil. Para esta ocasión invitamos al Doctor Pedro Antón, psiquiatra, para que desde su experiencia trasmitiese ideas y sugerencias a fin de evitar adicciones en los hijos.
Previamente disfrutamos padres, hijos y preceptores de un sabroso arroz con pulpo elaborado por José María y Jorge. La cierto es que salió buenísimo y no sobró “ni para los pajaritos” a pesar de los 7 kg de arroz que echaron al caldero.
Comenzó la sesión calificando el ambiente actual como provocador del consumo de tecnologías, alcohol, sustancias, etc . Para proteger ese mal ambiente consumista la familia es el mejor antídoto. Seguidamente añadió que los adolescentes son muy vulnerables a este ambiente de consumo ya que se encuentran en una verdadera crisis, por ello es fácil que acudan al consumo de sustancias, pornografía o alcohol, como tapadera del mismo sufrimiento que conlleva la etapa adolescente. Si el consumo es durante una etapa corta o esporádica no tendrá mayor transcendencia pero si se alarga, cosa que suele ocurrir, es cuando vienen los problemas y las patologías.
El Dr. Antón plateó con una anécdota el problema que supone la libertad y el placer, sacando a colación una frase de León Tolstói “ el secreto de la felicidad no está en hacer siempre lo que se quiere sino en querer siempre lo que se hace”. En la primera parte de la frase destaca el autocontrol para ser feliz y en la segunda parte “querer siempre lo que se hace” el conocimiento de las cosas, precisamente el adicto carece de esas dos facetas, voluntad para ser dueño de sí mismo y falta de conocimiento de sí mismo, qué le hace bien o mal.
Aprovechando la ocasión presentó su libro recién publicado, LA NOBLE TAREA DEL QUEHACER PSIQUIATRICO, en cuyas páginas se encuentran gran parte de las ideas que iba a exponer en la charla.
Habló a continuación sobre la adicción a la marihuana y los efectos nocivos que provoca. La falta de coordinación que impidide a la persona percibir correctamente la realidad, el déficit de atención y memoria, etc. A pesar que es de dominio público los efectos devastadores de esta droga en los jóvenes, tiene muchos adictos y ello no se debe al desconocimiento, sino a la forma diferente en que perciben esa información, siendo para ellos, incluso los eslogan antidroga, un reto que incita a superar. Señaló que no a todas las personas les afecta igual, pero especialmente los adolescentes pueden desarrollar psicosis, incluso esquizofrenias, debido a la inmadurez de su cerebro. En el desarrollo de esas enfermedades puede haber un componente genético pero muy probablemente no se hubieran manifestado sin el consumo de marihuana.
Don Pedro hablo a continuación de la adicción al alcohol y tras nombrar estadísticas abrumadoras no dudó en calificar el alcohol como una droga, un tóxico que disminuye las capacidades de la persona sobre todo en su etapa de creciendo. Respecto a la pregunta, si era adecuado acompañar a los hijos en sus primeras copas para enseñarle formas de autocontrol, el doctor señalo que era un planteamiento muy peligroso, pues el adolescente no percibe lo mismo que el adulto, mientras que para este es un forma de enseñar y de acompañar al hijo, el joven lo interpreta como “barra libre” “adelante que no pasa nada” con sus funestas consecuencias.
Sobre la adicción a la pornografía dijo que el escáner del cerebro de un adicto a la droga coincide en sus parámetros con el adicto a la pornografía. Saco a colación una frase de San Juan Pablo II en la que dice que lo opuesto al amor no es el odio, sino el uso de las personas. Comentó que el 90% de los niños entre 11 y 16 años han visto pornografía, dada la facilidad con la que se puede acceder a tales contenidos. Por otro lado esta adicción deforma la naturaleza de la relación sexual trasladando comportamientos vistos a la realidad y hace creer al usuario que la mujer incluso desea ser agredida.
Por último habló de la adicción a las nuevas tecnologías, vino a decir que como todas las adicciones son fruto de carencias personales y que los padres han de estar muy atentos a todo lo que los hijos ven, juegan o interactuan en estos medios. Si perciben comportamientos violentos ante la imposibilidad de una conexión o aislamientos atípicos han de preocuparse y tomar medidas antes de que arraigue una adicción. Más de 4 o 5 horas al día con las nuevas tecnologías, ya se considera adicción. Llego a decir que los jóvenes no han de tener teléfonos antes de los 14 o 15 años. En la actualidad el 80% de los jóvenes entre 10 y 16 años tiene su propio teléfono. El Dr. Antón sugirió a los padres que si los niños tienen teléfono ha de permanecer fuera de la habitación a la hora de dormir y controlar su uso en un tiempo diario, comentó la necesidad de razonarles estas medidas y pidió a los padres coherencia par educar a los hijos en el uso de los moviles.
Durante el coloquio alguno de los padres expuso que cuando todo se había hecho mal, por ejemplo, darles en propiedad el teléfono, no poner normas en su uso, etc. ¿Qué se podía hacer? Todos nos sentimos retratados en esta pregunta y arrancó las sonrisas de los asistentes. Don Pedro contestó que si el niño tiene más de 15 años es preciso negociar, de forma que no hayan vencedores ni vencidos y si es menor hay que imponer una normas, de forma comprensiva y tolerante, pero imponer, al fin ya al cabo son los padres quienes han de educar y ello conlleva exigencia.