El martes de Pascua salimos a mediodía en dirección a Torreciudad donde nos esperaban para inscribir a nuestros jugadores de Escora en el Torneo de la Supercopa de Clubes. Entre los que íbamos estábamos: Pablo López, Pablo Caballero, Josep García, Iker Plà, Sergio Alventosa, Pepe Momparler, Lucas López, Rodrigo Sala, Manolete y Santi Chorques.
Después de parar a comer en el McDonald’s de Teruel nos quedaban tres horas largas hasta El Poblado, lugar donde íbamos a ubicarnos estos días de convivencia, pero antes, cómo teníamos organizado y por eso íbamos con tiempo de sobra, queríamos ir a pescar al embalse de El Grado.
Nada más llegar nos causó una gran impresión ver las tres compuertas abiertas soltando agua del embalse a causa de la lluvia y el deshielo de las semanas anteriores. Cinco días, día y noche, estuvieron echando agua, cosa que la gente que vivía por allí nunca había visto.
Se dice que «a río revuelto, ganancia de pescadores» pero no tuvimos suerte a pesar de pescar arriba de la presa pues abajo era imposible por la fuerza del agua.
Menos mal que a lo veníamos era a otra cosa y esa misma noche tuvo lugar el Sorteo para los partidos de Fútbol que empezarían al día siguiente.
Escora participó en dos equipos de fútbol 11 junto con Dardo. Uno de ellos, los más pequeños, no pasaron de la primera fase; los otros, lograron llegar a semifinales, con dos goles de los nuestros: Pablo y Josep, que forzaron la tanda de penaltis. No hubo suerte y tuvimos que conformarnos con la cuarta plaza del campeonato. Pablo logró un trofeo al once ideal y el club obtuvo una mención especial.
Además tuvimos otros torneos: pádel, baloncesto y Super Quiz. Todas las tardes subíamos al Santuario para asistir a la Santa Misa.
Ha sido una convivencia para repetir, donde hemos hecho amigos de todos los clubes asistentes: Azarbe, Collvert, Dardo, Alfabia, Zumara, Moreres, etc.
El día de vuelta hubo otro intento de pesca cerca del pueblo abandonado de Mipanas, donde pasamos una mañana estupenda y aunque solo pudimos sacar del agua a un ciervo muerto. Paramos a comer en el McDonalds de Huesca que siempre gusta a los chavales y a media tarde estábamos de regreso en casa.